¿Sabías que…?
Si buscas en Google el concepto “automentoring” obtienes 3.640 resultados en 0,31 segundos (fecha de consulta 09/04/2020). La búsqueda de “self mentoring” arroja nada menos que 46.900.000 en 0,48 seg (misma fecha de consulta).
El término Self-Mentoring es propiedad de la Dr. Marsha L. Carr y por lo tanto, en adelante, nos referiremos con su denominación en castellano.
La Wikipedia define “AutoMentoring” como un proceso que parte una de una evaluación, lo más realista y precisa de uno/a misma con el objetivo de crear un “yo ideal” que consideras te posibilitará alcanzar los objetivos que te has propuesto. El proceso incluye cuatro fases: autoconciencia, autodesarrollo, autoreflexión y autocontrol.
Para Barcelona Mentoring, el mentoring es un proceso conversacional y por lo tanto, el automentoring, también lo es: una conversación entre el “yo” en el rol A de “soy competente en A” acompaña al “yo” en el rol B de “necesito ser competente en B”.
Formaría parte de la fase “autoconciencia” durante la evaluación (realista y precisa) de uno/a misma.
Una técnica tradicional de hacer esta evaluación es la clásica identificación de fortalezas y debilidades.
A mí me gusta equiparar:
· Fortalezas con Competencias: aquellas maneras de hacer que se me dan bien, me resulta fácil hacer con solvencia, habitualmente no me da pereza llevarlas a cabo e incluso, hay quien considera que ejecuto con un nivel desempeño superior a la media.
· Debilidades con Potenciales: aquellas maneras de hacer que podría desempeñar mejor y que si lo hiciera me ayudaría a alcanzar ese objetivo que ahora me he propuesto.
Si te planteas extrapolar el “cómo” haces en aquello que eres competente a aquellos ámbitos de aprendizajes y ejecución que todavía no has puesto en práctica suficientemente, encontrarás una vía para convertir uno (o varios) de tus potenciales en nuevas competencias.
… Para empezar hoy lo que continuarás mañana.
Fabián Coelho en significados.com define procrastinar como “posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes pero que son irrelevantes” y continúa “… es una forma de evadir, usando otras actividades como refugio para no enfrentar una responsabilidad, una acción o una decisión que debemos tomar”.
Los mecanismos por los cuales procrastinamos han sido analizados desde diferentes disciplinas (psicología, pedagogía, antropología, sociología, neuro-ciencia…) y perspectivas teóricas (aprendizaje, motivación, fisiología, comportamiento…). Es suficiente con hacer una búsqueda en Google Scholar del término “procrastination” para observar el interés científico por este comportamiento humano (132.000,00 resultados, el día 10/04/2020).
Hoy compartiré desde mi experiencia. ¿En qué situaciones o tareas procrastino o me siento tentada a procrastinar?
· Quehaceres relacionados 100% con asuntos propios. Antepongo antes la ejecución de trabajos para clientes, de voluntariado, consultas de familiares y/o amigos/as que no los míos propios (facturar, escribir artículos como este, etc.).
· Actividades que me exigen “razonar”, “pensar”, “extraer conclusiones”… En definitiva, tareas que no puedo hacer de manera mecánica y/o que me exigen un razonamiento o proceso de análisis a partir de una información con la que no estoy 100% familiarizada.
· Contactos (llamada telefónica, envío whatsapp o mail) que yo etiqueto como de cortesía social: felicitar un aniversario, saber cómo le va a un amigo/a a la que hace tiempo que no veo… En definitiva aquellas acciones que tienen que ver con “mantener” la red de contactos personales o familiares.
Es curioso porque mi “otra yo” se dice a sí misma: “de aquí a 5 minutos”… “de aquí a 5 minutos más”…”bueno, ya para la hora que es… mejor para mañana”.
Lo que me funciona y me ayuda a transformar la tentación de procrastinar en potencial de acción es el transformar… el “De aquí a 5 minutos” en “Dedica solo 5 minutos”.
Esos 5 minutos acostumbran a ser suficientes para:
(a) Empezar (y en ocasiones, acabar) la acción.
(b) Activar en tu cerebro las redes neuronales relacionadas con la actividad y desbloquear mecanismos motivacionales.
(c) Evitar que continúes procrastinando esa actividad.
¿Y qué pasa si tengo una lista (larga) de tareas procrastinadas?
Empieza por una (y solo una) de ellas. Dejaremos para una futura publicación escribir (especialmente desde la propia experiencia) sobre criterios para priorizar.
En el post “El secreto del mentoring eficaz: saber transmitir el conocimiento tácito” se indicaba que la persona en el rol de mentor ayuda a la persona en el rol de mentee a aprender los mecanismos por los cuales transformar su potencial en talento.
Esto equivale a descubrir, a hacer conscientes los patrones (y cada una de nosotras tenemos los nuestros) por los cuales aprendemos.
Una técnica que a mí me ha ayudado ha sido la de hacer conscientes mis aprendizajes. Cada día tenemos muchas oportunidades de aprender algo nuevo (conocimientos, maneras de hacer, sentir, pensar, decir o comportarnos): en muchas ocasiones, es cuestión de actitud, de querer “llevarnos” algo al final del día.
Llevar un registro de “aprendizajes” ayuda a:
(a) Entrenar nuestra actitud (para pasar a la acción) y mecanismos motivacionales.
(b) Tangibilizar lo aprendido y valorar en qué ámbitos puedo hacer “útil” ese aprendizaje: ¿cómo me puede ayudar a alcanzar mis objetivos o qué objetivos me puedo plantear en adelante?
(c) Compartirlos con nuestro entorno.
¿Cómo llevar este registro?
Yo utilizo el móvil: tengo una tarea que me voy pasando de día en día en la que voy anotando y una vez cada 2-3 meses, traslado el contenido a un documento en el que ordeno los aprendizajes y reflexiono sobre su aplicabilidad.
¿Qué te ha parecido? ¿Crees que te pueden ser útiles estas técnicas?
Entonces, hazlas tuyas: construye tu propia definición de los conceptos, elige cómo llevarlas a cabo y algo que puede serte útil, explícale a una persona de confianza lo que empiezas a hacer y comprométete a mantenerla informada.
Y es que, el automentoring resulta más eficaz cuando compartes tus propósitos y tus logros.
Bibliografía
Car, Marsha (2012). The Invisible Leader: A self-Mentoring sustainability Model for University Faculty. Universtiy of North Carolina Wilmington Watson School of Education. URL
En estos días de confinamiento he recibido varias peticiones en las sesiones de mentoring para emprendedores sobre por dónde se debe empezar un proyecto emprendedor y cuales son los elementos clave para reconocer una oportunidad de negocio.
Esta situación que estamos viviendo hace que algunas personas puedan retomar alguna idea sobre un proyecto propio que estaba olvidado en un cajón. Otras necesitan reinventar sus negocios o reinventarse ellos mismos para conocer sus aptitudes y encontrar nuevas soluciones para el post confinamiento.
Durante el confinamiento nuestras mentalidades han cambiado y como usuarios vamos a actuar y consumir de modo diferente. Con ello, los proyectos emprendedores nacen y los que ya existen deben adaptarse a esta nueva normalidad analizando cuidadosamente éstas nuevas necesidades de los usuarios y las normativas de higiene y seguridad a seguir.
Es en este preciso momento de empezar a construir algo nuevo o modificar lo que ya existe donde el mentoring para emprendedores nos va a ayudar. ¿Y cómo?
Uno de las técnicas del proceso del mentoring que ejecuta el mentor con su mentee, es establecer una conversación a partir de preguntas oportunas para que el mentee intente dar respuestas y analice cada una de ellas con detenimiento para alcanzar sus objetivos.
Esta técnica se puede trasladar a lo largo del proceso emprendedor y, en especial, en la fase inicial donde nos debemos cuestionar todo lo que ocurre alrededor.
En la fase inicial del proceso emprendedor solemos partir de una idea determinada por la persona emprendedora quien empieza a construir a partir de esta idea predeterminada. Si se sigue esta camino, se está avanzando sin analizar el entorno, el contexto donde vivimos y operamos.
El proceso emprendedor arranca de un problema a resolver y/o necesidad a cubrir que comparte un grupo de personas (usuarios/segmento de cliente) en el que la persona emprendedora se ve identificada. Por este motivo, en la fase de arranque de un proceso emprendedor el mentoring para emprendedores ayuda a analizar en profundidad de este problema o necesidad a través de dar respuesta a las siguientes preguntas:
La necesidad/problema que se ha detectado deriva en otros problemas relacionados. ¡Lístalos! De este modo habrás detectado más necesidades a cubrir, la oportunidad de tu proyecto será más rica y vas a tener más conocimiento sobre todas las necesidades que se generan alrededor del problema inicial identificado. Si tomamos como ejemplo la compra de alimentos en la situación actual de confinamiento, otros problemas que se derivan pueden ser garantizar el espacio de seguridad, medidas preventivas en envasado de productos, aumento de precios de determinados productos, dificultad de encontrar servicio a domicilio, …..
Debemos establecer el perfil de los usuarios que tienen el problema o necesidad. Normalmente tendemos a pensar en grupos de personas: familias, adolescentes, tercera edad… pero también existen organizaciones/entidades que tienen el problema o necesidad detectado: comercios, centros sanitarios, residencias, escuelas…. Trata de definir las características principales de cada uno de ellos. Cuantos más segmentos identifiques mejor conocerás las necesidades y problemáticas de cada uno para intentar buscar una solución de valor para cada uno en etapas posteriores del proceso emprendedor.
Debes identificar en qué momentos concretos tienen lugar los problemas o necesidades detectados. Estos momentos pueden ser un momento del día concreto o un momento previo a la adquisición de productos o servicios o la experiencia que se desea realizar, durante el proceso de adquisición o disfrute y después de haberlo adquirido o disfrutado (post-compra). La respuesta a cuando también puede variar. Dependiendo si consideramos un segmento u otro de los identificados en la pregunta anterior; con lo que nuestra lista de necesidades sigue aumentando.
Debemos determinar un lugar concreto en el qué sucede el problema o necesidad. Éste puede ser un lugar físico o virtual: en un establecimiento supermercado, en la sala de espera, en el catálogo virtual de productos, en la conexión,…
En este apartado se tienen que concretar los motivos por los cuales sucede el problema o necesidad. Los motivos pueden ser de todas las preguntas anteriores. Es decir, motivos del lugar dónde ocurre el problema, el momento en qué ocurre, el segmento que lo tiene, o de los propios problemas/necesidades identificados. Si seguimos con nuestro ejemplo, algunas de las respuestas a el POR QUÉ puede ueva normativa a aplicar por ley, disminución del servicio de transporte, miedo a realizar la compra, falta de seguridad…
Y, como en toda sesión de mentoring para emprendedores, ahora es el momento de que analices todas las respuestas que le has dado a las anteriores preguntas y decidas por dónde continuar. Qué problemas no vas a resolver y cuáles sí quieres resolver. De éste modo fijarás unos objetivos para buscar una solución que englobe las problemáticas/necesidades que quieres resolver. Esta solución es tu idea de negocio.
¿Nos vemos en el siguiente post? y, ¿continuamos aplicando el mentoring en tu proceso emprendedor?
Créditos imagen principal: Andrea Piacquadio en Pexels
De un tiempo a esta parte, no dejan de bombardearnos con información respecto a que crear nuestro propio negocio es la mejor salida laboral hoy en día, pero ¿acaso nos enseñan cómo emprender con seguridad?
En cuanto a los inconvenientes que nos podemos encontrar como emprendedores, las cuestiones sobre las que más se habla son el gran esfuerzo en horas de dedicación que supone, lo difíciles que pueden ser los comienzos y la financiación inicial, así como los planes de empresa que hay que realizar para dotar al negocio de una cierta viabilidad.
La pregunta que debemos hacernos es ¿son éstos los únicos riesgos relacionados con la aventura de crear nuestro propio negocio?
Como mentor, me veo en la obligación de ser totalmente honesto con aquellas personas que quieran emprender, por lo que mi experiencia como emprendedor, durante más de 20 años, me lleva a responder “No”.
Si queremos tener una mínima tranquilidad a la hora de crear una empresa propia -y un/a autónomo/a no deja de ser una empresa- recomiendo que se tengan en cuenta las siguientes consideraciones para emprender de forma segura:
Como emprendedores, nuestra capacidad de racionalizar la realidad puede sufrir una importante disminución, al verse sustituida por la enorme ilusión que ponemos en nuestro proyecto. Esto nos impide ver posibles peligros relacionados con el negocio como, por ejemplo, las crisis económicas en las que nos hemos visto envueltos o, simplemente, que pueda aparecer una importante competencia en el mercado.
En el caso de que el proyecto no salga bien, por cualquier motivo, ¿nos vamos a jugar todo nuestro capital, patrimonio, tiempo, o incluso las relaciones con los demás, como en la ruleta de un casino?
Debemos hacer una valoración de riesgos antes de lanzarnos a fondo con nuestro proyecto, estudiando los costes que podemos tener (no sólo económicos, sino también en horas de dedicación, pérdidas personales, etc.) y, si creemos que pueden ser asumibles, incluso en el peor de los escenarios, podremos buscar formas de financiación que no pongan en peligro nuestro patrimonio.
Si el proyecto es realmente interesante, y está bien planteado, encontraremos las fórmulas adecuadas para emprender con seguridad, protegiendo nuestro futuro y el de nuestros seres queridos.
Al contrario de lo que los emprendedores solemos pensar, el hecho de encontrarnos en el núcleo de la empresa es, precisamente, lo que puede ocasionar que tengamos una perspectiva más reducida de la situación global en la que se encuentra.
Las distancias cortas las controlamos muy bien, pero nuestra visión se desenfoca al intentar mirar un poco más allá porque, como se suele decir, “el árbol no nos deja ver el bosque”.
Esto es algo que nos ocurre a todos: contamos con muchos conocimientos técnicos sobre el producto o servicio que ofrecemos, pero existen multitud de factores externos que otras personas de nuestro entorno es posible que contemplen con una visión más amplia y libre de condicionantes emocionales que la que tenemos nosotros.
¡No debemos despreciarla!
Problemas con los mercados, perjuicios que nos pueden ocasionar ciertos clientes o proveedores, posibles problemas financieros, competidores a los que infravaloramos, etc., son factores que debemos tener en cuenta -de manera objetiva- para emprender con seguridad, y no solamente saber gestionar el día a día de nuestra empresa.
Un error muy extendido entre los que queremos emprender un negocio es confundir “realismo” con “pesimismo” o “negatividad”, lo cual no puede estar más lejos de la verdad.
Ser realista significa disponer de la capacidad para analizar los pros y los contras que puedan existir en torno a nuestro proyecto, con ilusión, pero con la suficiente objetividad para anticiparnos, descubrir y gestionar los riesgos a los que nos podamos enfrentar, así como los puntos débiles que tenga nuestra propuesta.
Esto no es en absoluto negativo para emprender un negocio, sino todo lo contrario, ya que nos puede ayudar a hacerlo de forma mucho más segura y viable, tanto a medio como a largo plazo.
¿Acaso no es mucho más seguro arrancar de un punto de partida más sólido, con menos incertidumbre y mejor preparados para los inconvenientes que nos vamos a encontrar en el camino?
En nuestro país, según los datos más recientes de EUROSTAT (Oficina Europea de Estadística), el 47 % de los autónomos sin empleados fracasa a los 3 años y el 62 % lo hace a los 5 años
¿Queremos formar parte de estas estadísticas?
He dejado para el final este aspecto porque, por mi propia experiencia, creo que tiene una importancia capital pero, sin embargo, no suele tener cabida en las formaciones para futuros emprendedores.
Nuestra pareja, nuestros hijos, así como la familia y los amigos, son personas que necesitamos tener cerca porque “no sólo de trabajo vive el hombre”, o la mujer.
Cuando emprendemos, necesitamos su apoyo y afecto para soportar los altos niveles de tensión que nos puede causar nuestro negocio.
Además, todas estas personas de nuestro alrededor se van a ver afectadas, en mayor o menor medida, por el nuevo proyecto que vamos a comenzar y se merecen que los tengamos especialmente en cuenta, si no queremos sufrir desagradables consecuencias.
Llegados a este punto, voy a pedir un favor al lector o lectora, de emprendedor a emprendedor:
no te auto-engañes diciéndote que “esto no me va a pasar a mí”, porque te va a pasar si no tienes en cuenta esta regla que, a muchos otros que creamos nuestros negocios, nadie nos explicó.
Para emprender con seguridad es muy importante acordar unos pactos de mínimos, respecto a la dedicación que les vamos a prestar, con todas esas personas que conforman nuestra red afectiva,
¡y cumplirlos!
Si no lo hacemos, lo que puede ocurrir es que llegue un momento en el que su pérdida de confianza en nosotros, y en nuestro proyecto, sea irreversible y se deterioren esas relaciones que tanto necesitamos.
En todo caso, también podemos ver este aspecto desde una perspectiva mucho más «práctica».
Por ejemplo, el hecho de quedar con los amigos con cierta regularidad es una medida muy eficaz para reducir nuestros niveles de estrés, lo que no sólo nos ayudará a conservar las amistades sino que contribuirá a cuidar nuestra salud, tanto física como mental y emocional, despejando de vez en cuando el cerebro de preocupaciones y facilitando las conexiones neuronales que provocan la creatividad necesaria para una mejor resolución de problemas.
no basta con tener una buena idea, ilusión y conocimientos; necesitamos también considerar otros factores que pueden ser tan importantes como esos, sino, más aún.
¿Tienes una idea de negocio, pero no sabes cómo desarrollarlo de la manera más segura posible?
Los procesos personalizados de Mentoring te pueden ayudar a conseguirlo.
Créditos imágenes: Pixabay y Pexels, libres de derechos.
El 89% de las empresas españolas son familiares, según el último estudio del EAE Business School. Esto equivale a 1,1 millones de empresas.
En muchas comunidades, ese porcentaje llega a superar el 90%, cómo por ejemplo en Castilla-La Mancha ronda el 94%-, mientras que Cataluña, País Vasco y Madrid son las regiones con menos empresas de esta categoría, aunque en todas ellas superan el 84%. Esto se debe a que en estas tres últimas comunidades es donde se observa un porcentaje más alto de multinacionales e inversión extranjera.
En España, estas compañías generan el 58% del PIB y ocupan a más de 6,58 millones de trabajadores.
Ante estos datos ¿Cómo es posible que sólo el 2,6% de compañías de carácter familiar consiga superar la cuarta generación? (según datos del Instituto de la Empresa Familiar (IEF))
Durante la vida vamos evolucionando mediante procesos de aprendizajes, gateamos, andamos, corremos y podemos llegar a ganar carreras si nos entrenamos. Para todas y cada una de las acciones debemos seguir unos pasos fundamentales: identificación del objetivo, planificación y ejecución.
Crecemos acompañados de maestros o mentores, ya sean surgidos del entorno familiar o personas que hemos buscado fuera de este, que nos acompañan, nos guían y nos ofrecen sus vivencias. Nos enriquecen y nos ayudan, junto con nuestro esfuerzo y estudio, a modelarnos y crear nuestros valores fundamentales como personas
Cada uno de nosotros tenemos un método en la toma de decisiones. Con el tiempo se puede incluso desarrollar sistemáticas, pudiendo añadir sistemas aprendidos para mejorar los propios en busca de seguridad, intentando ganar rapidez, y creando las estructuras de decisión, secuencial y de repetición utilizadas en programación.
Esta sistemática la tienen muy interiorizada los empresarios, pero hay algunas situaciones para las cuales no nos han entrenado, ni han descubierto estructuras tipificadas para aplicar, y bajo mi punto de vista el relevo generacional es una de ellas. Puede ser este uno de los motivos por lo que la cifra de éxito es tan baja.
La complejidad en el relevo se debe, entre otras cosas, a la dificultad de tomar estas decisiones con objetividad, ya que afecta al nivel interno de la persona y al ámbito familiar, además las situaciones que se viven son particulares y difícilmente se repiten generacionalmente, por lo que nuestros maestros no nos han entrenado.
Por otro lado, no es tarea fácil aceptar el nuevo papel al que queda relegado el empresario cuando ejecuta el traspaso de la empresa. ¿Se ha preparado para esto? ¿Ha pensado cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿Qué lugar ocupará en la empresa? Estos son pasos que sabemos que tenemos que hacer, conocemos la dificultad que otros empresarios han tenido, y todo ello hace que no encontremos ni el momento ni la manera de hacer el relevo, y por esto lo posponemos.
Actualmente el Mentoring directivo aplica un proceso de acompañamiento al empresario y a su entorno, que facilita y ayuda desde el inicio, en la toma de decisión por parte del empresario, aportando objetividad.
Cuando pensamos en preparar el relevo de la empresa buscamos un abogado, quien nos dibuja el perímetro de nuestra empresa, desde un punto de vista jurídico, nos propone realizar un Protocolo Familiar (Empresa, familia, Gobierno de la empresa, derechos económicos), sabemos cuál es nuestro objetivo, pero no sabemos cómo llevarlo a cabo, ni cuándo.
El proceso será muy profesional, se realizará en tiempo y forma, pero carecerá del aspecto más importante para que tenga éxito: la preparación y respuestas a las demandas familiares que se plantean.
A modo de ejemplo, algunas de las dudas que con asiduidad surgen pueden ser: ¿Quién es la persona más adecuada que me releve?, ¿por qué no a mi hijo o a otra persona?, ¿por qué cerrar el acceso de los familiares a la empresa?, ¿Cómo identificar el perímetro familiar? ¿Qué empresa quiero dejar? ¿Cómo quiero que evolucione? ¿En qué momento debo dejar el liderazgo?
La respuesta a cada una de estas preguntas normalmente genera una nueva pregunta, que conduce a un proceso de autoconocimiento y preparación.
A través del Mentoring, y utilizando las respuestas a las anteriores preguntas, se pretende identificar las cualidades de las personas buscando constantemente su bienestar, mediante los tres motores que la impulsan: la capacidad (potencial), la pasión (motivación) y el compromiso (propósito).
Sólo se alcanza el resultado cuando somos capaces de identificar a cada uno de los componentes que implica el relevo generacional, sus capacidades, que papel hemos acordado debe jugar cada uno y en qué momento tienen que producirse las acciones.
En algunas ocasiones estos procesos nos pueden conducir a la conclusión que no debemos hacer un relevo generacional dentro de la familia, sino una venta o una cesión, a cambio de la supervivencia de la empresa. Si optamos por el relevo para la continuidad del negocio, fuera del entorno familiar, o lo que para mí seria la reempresa, como salida al relevo generacional, las estadísticas con el tiempo mejorarán.
Es en este momento cuando los abogados deben desarrollar el Protocolo Familiar, generando un relevo generacional, o una venta de una empresa para la implantación de la reempresa, siendo el empresario quien dirige la operación, que ha trabajado con su entorno, sus posibilidades y buscando la mejor salida al negocio que o ha creado o ha hecho crecer.
Si quieres que te acompañemos en el desafío podemos ayudarte en el proceso de decisión, poniendo a tu alcance nuestras herramientas y métodos.
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